Monday 14 December 2009

Ratzinger vs. Malthus

En un post anterior mostraba un caso de desinformación deliberada (como actualización, un comentario mío pasó por la moderación, así que no están tan intolerantes). Y ahora, siguiendo con el mismo tema, la agencia de noticias Zenit nos dice no sólo que no hay que tener menos hijos, sino que “Sólo se saldrá de [la crisis] con más familias y más hijos”. Como evidencia, el economista Ettore Gotti Tedeschi cita una encíclica del papa argumentando que el origen de la crisis económica es “haber negado la vida”. Ignoremos los bancos que dieron créditos inmobiliarios a gente que no podía pagarlos; ignoremos que la crisis tuvo su epicentro en EE.UU. donde el envejecimiento poblacional no es un problema serio. Si la “negación de la vida” es la fuente de la crisis, ¿por qué no se originó algún país como Holanda donde la eutanasia es legal?.

Otra cosa del artículo que muestra el pensamiento dogmático en su desnudes es que Gotti Tedeschi denuncia “el maltusianismo, que no tiene nada de científico”. La realidad es que Malthus desarrolló un pensamiento científico en economía. Que haya llegado a conclusiones equivocadas y que no haya previsto los aumentos en la producción alimenticia a causa de la Revolución Industrial y más tarde la Revolución Verde, es irrelevante. Sus conclusiones descriptivas eran acertadas. El crecimiento poblacional tiende a ser exponencial, mientras que el crecimiento en la producción tiende a ser de carácter lineal. Actualmente, gracias a las plantas genéticamente modificadas y el avance (exponencial) en la tecnología agrícola, no creo que tengamos que preocuparnos por que no haya suficiente alimento para alimentar el mundo (aunque eso debería ser dictaminado por la ciencia). Lo que sí nos tiene que preocupar es que los recursos no estén bien distribuidos. Nadie niega, por ejemplo, que Argentina tiene suficiente producción agropecuaria para alimentar 40 millones de habitantes; pero la desnutrición infantil sigue existiendo y el efecto liberal del “derrame” es falso o, como mucho, su efecto no es suficiente para combatir la pobreza.

Pero, como es usual, el pensamiento dogmático y simplista en el que la religión encuentra un suelo fértil no permite analizar la realidad en toda su complejidad. Las ideas quedan reducidas a slogans y conceptos vacuos como “santidad de la vida” o “defensa del matrimonio”. No hay lugar para sutilezas y revisión de conclusiones previas y toda teoría cuyas conclusiones son erradas es calificada de “no-científica” cuando, a lo sumo es “pre-científica”. Por otro lado, el santo del dogma es considerado “un gran intelectual y un gran economista”. Sin importar que sus afirmaciones no tienen absolutamente ningún basamento en estadísticas, observaciones o experimentos y están escritas en un lenguaje vago y con tonos explícitamente moralistas. El ejemplo de este doble estándar es claro: La misma persona que acusa a Malthus de no ser científico, propone al papa para el Nobel de Economía.